Todo empezó cuando mi querida amiga Liliana me contó que estaba viviendo en Fusagasugá y me sugirió visitar este encantador lugar cerca de Bogotá. Decidí organizar todo para hacer el viaje posible y, además, quedarnos una noche para adentrarnos en la naturaleza antes de continuar con otras aventuras que ya les contaré.


Ubicada a solo 75 kilómetros de Bogotá (bueno en realidad 96 desde mi punto de partida), en la ciudad de Fusagasugá, la Hacienda Coloma es un paraíso para los amantes del café, que combina tradición, naturaleza y aprendizaje.
Hace unos días, tuve la oportunidad de vivir una experiencia inolvidable en este hermoso lugar, acompañada de mi madre, mi hermana Sandra y mi sobrino Matías. A continuación, quiero compartir con ustedes todos los detalles de este maravilloso viaje que quedó grabado en nuestras memorias.
Nuestra ruta
Pasamos por el nuevo coliseo MedPlus, un moderno coliseo para conciertos, y luego cruzamos el puente de Guadua, un puente peatonal cubierto sobre una autopista, construido de bambú, que ofrece vistas de la ciudad. Después, tomamos la ruta hacia Sibaté y Silvania, y paramos en el restaurante La Cabañita para almorzar. Un lugar sencillo, pero no muy recomendado para vegetarianos.

Mi sorpresa: ¡tantos peajes!
Tomamos la ruta por la 80 debido a una emergencia odontológica que nos retrasó en este sector, sin saber que tendríamos que pagar tres peajes. Así que, salimos cantando felices sin percatarnos de que habíamos tomado la ruta con más peajes. Yo culpo al Waze ese tonto, que todo el mundo usa, menos yo, jeje.
Primero, pasamos por el peaje Tebaida, que con el nuevo incremento costaba $17,600 (unos £3.50). Para mi sorpresa, apenas 30 minutos después, tuvimos que pagar otro peaje, el de Mondoñedo, con el mismo valor de $17,600 (unos £3.50). Y 20 minutos después, otro peaje, el de Chusacá, a $14,500 (unos £2.80). En total, casi 50 mil pesos solo en peajes. En Inglaterra, eso tal vez se paga por viajes de más de 8 horas!, no por dos horas como en nuestro caso, ya que recorrimos solo 75 kilómetros. Esta reflexión comparativa me sorprendió, especialmente cuando pienso en los salarios promedio. Ahí les dejo el comentario pero no es critica es una mera observación.

La llegada a Hacienda Coloma
Al llegar a Fusagasugá, pensé que todo sería como cualquier otro lugar, pero al cruzar el portón azul de la hacienda, me sentí transportada a un paisaje completamente natural.



La Hacienda Coloma es un lugar realmente hermoso, una joya escondida en medio del bullicio de la ciudad. Nos hospedamos en una cabaña que tenía dos habitaciones separadas, lo que nos permitió estar más cómodos. Lo único que le faltaba era señal de wifi, pero, de alguna manera, eso nos dio una excusa para desconectarnos. Durante la noche y la mañana, se escuchaba el sonido de los pajaritos.



Por la tarde, decidimos dar una caminata para respirar el aire fresco y alejarnos de los ruidos de la ciudad, y, por supuesto, no podía faltar la foto tradicional con el jeep cafetero.

Un recorrido por el corazón del ron y el café
A la mañana siguiente, después de un delicioso desayuno casero, visitamos la tienda de la hacienda, donde nos enteramos de que también producen un ron de alta calidad, además de otros licores de café, crema de café y maracuyá. ¿Adivinen cual adquirí yo?

Naturaleza en su máxima expresión
Uno de los aspectos que más nos maravilló fue la belleza de los jardines de la hacienda. Con colores vibrantes y una diversidad increíble de plantas, caminar por sus senderos fue un deleite para nuestros sentidos.
Mi hermana Sandri estaba encantada con las flores, especialmente con las orquídeas, bromelias y heliconias (comúnmente conocidas como aves del paraíso). No paraba de tomar fotos de cada rincón y capturar la belleza de este lugar.




Mientras tanto, Matías, con su energía interminable, no dejaba de brincar por todos lados, imitando a los conejos que habitan allí y jugando con ellos. Este tipo de actividades lo conectaron con la naturaleza de una manera única, ofreciéndonos momentos de mucha alegría.
Luego comenzamos un recorrido de dos horas, explorando cada etapa del proceso del café, desde la siembra y cosecha hasta el momento de disfrutar una deliciosa taza de esta bebida.
Acompañados por la experta guía Valentina. Fusagasugá es conocida como la ciudad jardín de Colombia, está a una altura de 1750 metros sobre el nivel del mar, así que su clima y su suelo son ideales para una gran variedad de flores y plantas.
Entre ellas, encontramos la planta “cacho de verano”, perfecta para casas de campo, la lengua de suegra (juzguen ustedes si se parece a la lengua de su suegra), las bromelias, el “siete cueros” (la flor que aparece en el billete de 100 mil), el árbol que produce la flor conocida como “barba de viejo” (que solían usar en diciembre para las novenas, pero ya no es permitido), orquídeas, el bastón del emperador, el camaroncito y el árbol de la guadua, entre muchas otras. También encontramos las hermosas flores “maracas”.

Café, el alma de la región
Durante el recorrido, descubrimos la producción del café y su impacto en la región de Fusagasugá. Aprendimos sobre los orígenes de la hacienda, cuya arquitectura colonial y jardines exuberantes reflejan el alma cafetera del país.
Fue fascinante observar cómo los granos de café se transforman paso a paso. En la hacienda, siembran las plantas en líneas separadas por un metro de distancia, lo que parece sencillo, pero todo está estratégicamente pensado para facilitar la recolección.


Primero, se realiza la recolección manual, y mi madre disfrutó enormemente eligiendo los mejores granos, ¡pretendiendo ser la gaviota!




Luego, sembramos algunas semillas de los granos que habíamos recolectado y vimos cómo se convierten en “chapolas”, las hojitas pequeñas del café. Nuestra guía nos explicó que, debido a varias plagas como la roya, la finca ha tenido que diversificar sus cultivos, y en Coloma ahora tienen mangos, plátanos, limones, naranjas, papayas y yucas.
Visitamos el beneficiadero, el lugar donde se procesa la baya despulpada, separando la pulpa de la semilla. Luego, la semilla pasa por un proceso de fermentación, lavado y secado. Después del secado, la semilla sigue recubierta por una capa que debe ser retirada por una máquina trilladora. Esta capa la elimina y la deja en un estado llamado “estado verde”.



Luego, se selecciona por tamaño y densidad. Valentina nos explicó los diferentes estados del café: seco, verde o pelado, tostado y molido. Cada etapa tiene su magia. Además, nos explicó las diferencias entre el café Pasilla y el café Excelso, resaltando los matices que hacen que cada taza de café sea única.
Un lugar para todos
Hacienda Coloma no solo es un destino ideal para los amantes del café, sino también para familias que buscan actividades de descanso y relajación. La combinación de aprendizaje, contacto con la naturaleza y espacios acogedores lo convierte en un plan perfecto para grupos multigeneracionales.






Fue muy bonito ver a mi madre conectarse con su pasión por las plantas y a mi sobrino disfrutar de los pequeños detalles que ofrece la hacienda.



Reflexión
Esta visita a Hacienda Coloma fue mucho más que una simple excursión; fue una experiencia que nos permitió pasar tiempo en familia y disfrutar de los pequeños placeres de la vida: un buen café, flores hermosas, risas infantiles, paisajes inolvidables y muchas carcajadas en el camino. Muy agradecida estoy con la experiencia.

Si estás en Bogotá o sus alrededores y buscas un plan diferente que mezcle cultura, naturaleza y relax, no dudes en visitar este maravilloso rincón cafetero.
“El café de Colombia, un sabor que cuenta la historia de su tierra.”
¿Ya has visitado Hacienda Coloma o algún otro lugar caficultor?
¡Cuéntamelo en los comentarios! Me encantaría leer tus experiencias y recomendaciones. ☕
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