Explorar esta mágica mina de sal fue una experiencia que iniciamos con un tranquilo recorrido en bicicleta desde Suesca. Nos tomó aproximadamente una hora llegar desde la finca de mi mamá, ubicada en la vereda Guaya, a unos 17 km de Nemocón. Si vienes desde Bogotá, tienes la opción de llegar en carro o en bus, cubriendo una distancia de 60 km en aproximadamente una hora y media, dependiendo del tráfico

La Mina de Sal de Nemocón

Con más de quinientos años de historia, decidimos sumergirnos en el pasado de esta región, descendiendo a 80 metros de profundidad a través de túneles oscuros y misteriosos, iluminados y naturalmente sostenidos por esta montaña andina. Esta mina fue la primera en ser explotada en Colombia.

En ocasiones anteriores, he tenido la fortuna de visitar la famosa mina de sal de Zipaquirá, así que en esta ocasión, era imperativo añadir una nueva experiencia a mi lista y explorar la de Nemocón.

Esta rara maravilla natural realmente me desconcertó con sus maravillosos reflejos multisensoriales, creando la ilusión de una caída alta y profunda, una quimera irreal que no es más que un espejo reflejando un mundo hermoso de colores de luz que jugaron con mis sentidos.

En esta pequeña aventura, conté con la compañía de los dos pequeñitos traviesos de la casa, mis enérgicos sobrinos Matito y Samuel. Son la mejor compañía que uno puede tener, con su ingenuidad, carácter y entusiasmo que me animan a seguir adelante. La entrada a la mina nos costó 31 mil pesos para adultos y 22 mil para niños.

Parte 1: Museo de Historia Natural de la Sabana

Para comenzar, los tres emprendimos con alegría nuestro recorrido, acompañados de nuestra guía asignada. Iniciamos nuestra experiencia en el Museo de Historia Natural de la Sabana, donde disfrutamos de una charla fascinante sobre la historia de esta mística región, rodeada de montañas.

Viajamos al pasado, desde la era Paleozoica hasta la Mesozoica, y finalmente llegamos a la Cenozoica, a través de los relatos apasionados de nuestra guía de turismo.

Allí descubrimos monstruos de hace millones de años, en una época en la que las montañas no eran más que las profundidades de un océano azul, libre e interminable.

Este vasto paisaje acuático fue hogar de una criatura digna de leyendas y relatos históricos: el Plesiosaurio. Este enorme reptil acuático se desplazaba con elegancia por las inmensas aguas gracias a sus 75 vértebras robustas y a su cabeza plana de lagartija. Menciono relatos históricos porque se han descubierto rastros de este “monstruo” antiguo en la ciudad de Villa de Leyva. De hecho, aún hoy en día existe un museo allí que se puede visitar.

Un dato curioso que aprendimos gracias a nuestra guía local es que este antiguo “monstruo” se compara a menudo con el legendario monstruo del Lago Ness en Escocia. Interesante no? Tal vez .

Luego nos sumergimos en el conocimiento del Ictiosaurio, otra criatura acuática, pariente del tiburón, que con sus dientes entrelazados devoraba cantidades monumentales de su alimento favorito: ¡las abundantes amonitas que variaban en tamaño desde un centímetro hasta un metro! Posteriormente, contemplamos un Xilópalo, un fósil de árbol extremadamente antiguo que se ha petrificado con el tiempo.

También nos maravillamos con el fósil de un toxodonte, un animal similar al hipopótamo. Además, aprendimos acerca de la carnívora Tortuga mata mata, que aún habita en el Amazonas. Descubrimos que el Miocoquili era un pequeño, rápido y ligero animal del tamaño de un conejo, mientras que el Milodonte se asemejaba a un oso perezoso.

También observamos al famoso Megaterio, los perezosos gigantes de Sudamérica. Recordé haber visto una réplica de este coloso animal, en el Museo de Ciencias Naturales de Londres, y según me acuerdo, medía hasta 7 metros.

Matías y Samu continuaban correteando con pasitos pequeños y silenciosos por los senderos del museo. La guía nos describió cómo, cerca de allí, en el Desierto de la Tatacoita, se hallaron varios restos de mastodontes, dejando una huella histórica de estos formidables animales que quizás dijeron su adiós al mundo debido a su interacción cercana con los humanos.

En ese instante, mi imaginación se transportó a ese pasado distante, reflexionando sobre la forma en que los seres humanos se relacionaban con la naturaleza. Era un escenario tan diferente al que observamos en la historia moderna. Sin embargo, con la evolución y el movimiento natural del hombre por el mundo, nos encaminamos hacia la domesticación de los animales y, varios miles de años después, hacia la Revolución del Neolítico, un cambio trascendental que transformaría la historia de la humanidad para siempre.

En aquellos tiempos, los hombres cazaban animales en equilibrio con la naturaleza, aprovechando todo lo que pudiera ser útil para ellos sin desperdiciar nada: carne, piel e incluso huesos para fabricar una variedad de instrumentos. Comparar con los tiempos modernos sería inverosímil, ya que mi imaginación, mezclada con mi intuición, me lleva a concluir que en ese entonces esa relación era más como un pacto con la naturaleza, donde existía un equilibrio coordinado.

Se cuenta que más adelante, alrededor del 1500 a.C., los antiguos habitantes de esta sabana desarrollaron una forma particular de vida, otorgando un valor extraordinario a la naturaleza y estableciendo una conexión íntima a través de sus rituales.

Hay evidencias de enterramientos que revelan la gran importancia de estos rituales, tanto para sus difuntos como para sus animales. Aquí mismo encontramos una flauta, que se dice que tiene miles de años, lo cual nos indica que la música ya era una parte importante de sus sentidos y su arte abstracto en conexión con la madre tierra.

Avanzando significativamente en la historia de esta región, nuestra conocedora guía nos transportó en el tiempo, describiendo cómo los habitantes entrelazaban sus vidas cotidianas mediante trueques a lo largo de las orillas de los ríos Chicamocha, Magdalena y Bogotá. Continuamos sumergiéndonos en estas historias como si fuéramos parte de un viaje eterno, guiados por nuestros antepasados Muiscas, mientras guaches y guarichas nos mostraban el camino hacia sus propios descubrimientos.

Los Muiscas, habitantes de esta región entre el 800 y 1600 A.D., nos legaron diversas huellas de su forma de vida, las cuales también podemos apreciar en este museo.

Entre ellas se encuentran las Gachas, numerosas piezas de alfarería y vasijas utilizadas para la conservación de la sal y otros alimentos, así como para la fermentación de la chicha.

Destacaron en la producción de sal, desempeñando un papel significativo en este territorio. Les permitía realizar trueques con productos de tierras lejanas, como oro, hoja de coca, plumas, conchas y piedras preciosas, entre otros. Sin embargo, durante la época de la Colonia, los españoles se apropiaron del comercio de la sal.

En 1599, la Real Audiencia decretó que las minas de Nemocón, Zipaquirá y Tausa serían explotadas exclusivamente para el beneficio de la corona española 😲. A partir de entonces, los llamados “panes de sal” comenzaron a ser comercializados por nuevas rutas hacia Bogotá, Tunja, Honda y Mariquita.

Además, con el fin de incrementar aún más los beneficios de la sal, los colonizadores controlaban la elaboración de vasijas de barro para su transporte y también el suministro de leña para su cocción.

Parte 2: La Mina de Sal 

Inmediatamente después de la visita al museo, seguimos alegres portando nuestros cascos blancos para continuar por esta senda al pasado acompañados aun de nuestra guía. Durante esta visita a las profundidades de la tierra, aprendimos que en este lugar se extrajeron unos ocho millones de toneladas de sal durante sus anos de operación, entre 1816 y 1968.

La mina consta de tres niveles, aunque solo se extrae agua de dos de ellos. En este momento, descubro que en este lugar se filmaron dos famosas películas de Hollywood: “2091” y “Los 33”. Esta última es especialmente conocida y relata la verdadera historia de los mineros atrapados en la mina de Copiapó en Chile en el año 2010.

Tuvimos la oportunidad de visitar el set donde se filmaron las escenas del refugio, con la participación de estrellas como Antonio Banderas y María Casas. Además, pudimos ver las cartas reales que se enviaron entre los mineros atrapados. Como podrán imaginar, en cuanto llegué a casa, me dispuse a ver esta película nuevamente.

Este fascinante recorrido por las entrañas de la tierra nos llevó a descender 80 metros, una travesía que nos tomó 1 hora y 20 minutos.

Nuestra primera parada fue el nivel Santa Bárbara, desde donde pudimos observar el camino que conduce a los otros dos niveles: Santa Isabel y Santa Ursula. Actualmente, el acceso a estos últimos niveles está restringido.

Desde este punto, destacaban imponentes soportes de madera, elaborados con los robustos tallos de los árboles de eucalipto.

Continuando nuestro recorrido, nos encontramos con la estatua de la Virgen del Perpetuo Socorro, enmarcada por sal solidificada. Más adelante, contemplamos la réplica de la cápsula Fénix, emulando a un ave que emerge de entre las cenizas. Esta réplica es un recordatorio de la película “Los 33”, basada en la verdadera historia de los mineros atrapados en la mina de Copiapó en Chile en 2010. Visitamos el set donde se filmaron las escenas del refugio, donde los mineros permanecieron atrapados por más de dos meses.

Posteriormente, nos maravillamos con los singulares colores y efectos multisensoriales en el Espejo de la Salmuera y la Cascada de Sal. En ese instante, aproveché la oportunidad para capturar algunas fotos junto a mis dos pequeños tesoros, antes de dirigirnos al pozo de los deseos.

Continuando nuestro recorrido, nos topamos con una capilla erigida por los mineros en 1946, destinada actualmente para la celebración de misas, matrimonios e incluso conciertos. Asombrosamente, esta capilla también alberga una emisora local gracias a su excelente acústica.

Más tarde, nos detuvimos frente a varios carteles informativos que narran historias de personajes antiguos. Una de las historias que capturó mi interés fue “La Leyenda del Árbol de los Sueños”. En esta leyenda, durante la época de los grandes caciques Muiscas, específicamente el Zipa Nemequene, descansando a la sombra de un imponente árbol de caucho sabanero, tuvo un sueño revelador. En este sueño, predijo el destino de su pueblo al anticipar la llegada de los españoles a su territorio.

En ese revelador sueño, el Zipa presenció la llegada de seres blancos desde el norte montados sobre animales gigantes, portando brillantes armaduras que saqueaban tierras y riquezas, sembrando desolación, destrucción y muerte a su paso.

Al despertar, el Zipa convocó a su pueblo y les relató los eventos que les esperaban. Al considerar este sueño como una profecía sobre el fin de su tribu, les ordenó ocultar y enterrar bajo tierra sus tesoros y posesiones más preciadas. Incluso cambiaron el oro por objetos similares y brillantes para confundir a los invasores blancos.

Desde entonces, se dice que “no todo lo que brilla es oro”. Además, exploramos información sobre Alexander Von Humboldt, considerado el padre de la geografía moderna universal, quien viajó por todo el mundo, incluyendo la tierra de Zipaquirá.

Después, exploramos el Pozo San Juan, donde la densidad del agua es tan notable que podríamos flotar en su superficie, aunque no sin antes quedar deshidratados. Decidimos probar suerte y arrojamos una moneda, observando cómo esta descendía en zigzag por el denso pozo, creando un efecto de lupa.

La guía también compartió que la mina puede resistir incluso un terremoto de magnitud 7.8 en la escala de Richter, brindando a los habitantes de la zona un refugio seguro en caso necesario. Acto seguido, capturamos otra hermosa fotografía en la Sal y frente al famoso corazón de sal, conocido como la Cámara del Palpito.

Para concluir nuestra visita, nos sumergimos en la última leyenda del día, datada en el año 1972. Esta leyenda gira en torno a un minero extraordinario que logró levantar 162 kilos, y en su honor se erigió una escultura. Como parte de este tributo, se colocó una roca del mismo peso para desafiar a cualquier intrépido que quisiera intentar el mismo logro. La guía nos informó que, si pudiéramos levantar esa roca, tendríamos el permiso de llevárnosla.

Mis dos pequeños exploradores, Matito y Samuel, se lanzaron valientemente a la tarea:

Así concluyó nuestra expedición, cargados de conocimientos frescos, alegría y ansiosos por disfrutar de un delicioso almuerzo típico de la región. Agradecemos al universo por brindarnos esta enriquecedora experiencia, una combinación perfecta de aprendizaje didáctico, autenticidad, ciencia, temática y turismo en Nemocón. ¡Hasta la próxima aventura!

“Escribir es como extraer oro escondido en las laderas de tu mente.”

Gracias por leer!!!

❤️

Jenny

Leave a comment

Trending

Website Built with WordPress.com.